La Tierra de los Falsos Profetas
Muchas decisiones clave parecen planeadas, pero en realidad son intuición y serendipia en acción. Escucha a los demás, pero recuerda que las decisiones importantes siempre serán tuyas.
Quiero comenzar pidiendo disculpas a todos los emprendedores que me hacen preguntas específicas y terminan recibiendo respuestas incompletas. La verdad es que cada caso es único, y es imposible ofrecer una respuesta que contemple todas las variables. Además, hay un factor que muchos subestiman pero que juega un rol crucial en nuestras vidas y startups: la suerte.
Con frecuencia escuchamos frases como “la suerte es para mediocres” o “uno se crea su propia suerte”. Pero esto es una ilusión. Existen fuerzas fuera de nuestro control: eventos aleatorios, coyunturas inesperadas y probabilidades que moldean nuestro destino más de lo que quisiéramos admitir. La suerte no es algo que fabricamos; simplemente sucede.
Es cierto que podemos aumentar nuestras probabilidades de éxito al exponernos a oportunidades, pero la suerte, en esencia, es aquello que escapa a nuestro control y aun así nos afecta. Muchos de los que han alcanzado el éxito han contado con suerte, aunque no siempre lo reconozcan, y, por supuesto, supieron aprovecharla. Cuando miramos hacia atrás, solemos racionalizar nuestras decisiones y narrarlas bajo una luz más favorable. Es casi instintivo: nos convencemos de que triunfamos por ser visionarios o por seguir un plan impecable. Sin embargo, la mayoría de nuestras acciones son intuitivas, casi azarosas.
Y cuando alguien nos pregunta cómo lo logramos, respondemos con la versión más lógica y heroica que podemos construir. No es malicia; es naturaleza humana. Estamos programados para contar historias. Crear narrativas da sentido a nuestra existencia y nos define como personas. Pero esto también significa que, a veces, no entendemos realmente qué nos llevó al éxito. Subestimamos la suerte, los factores externos y las coyunturas únicas.
Piensa en esto: por cada gran startup que ves, había dos, tres o más equipos con buenos recursos, ideas similares y capacidades técnicas compitiendo en paralelo. La diferencia entre el éxito y el fracaso en muchos casos se resume en un par de decisiones fortuitas o en estar en el momento indicado con la gente correcta.
¿Qué hacer en un mundo lleno de falsos profetas?
A los emprendedores les digo esto: escuchen, aprendan, pero enfóquense más en el proceso que en las máximas absolutas. No hay reglas universales. Las historias de éxito que escuchas, los consejos de quienes “ya estuvieron ahí”, las fórmulas mágicas... nada de eso es necesariamente aplicable a tu caso.
Cada startup es única, porque cada contexto lo es. Lo que funcionó en su momento para otro fundador en otra industria no garantiza resultados ahora, aquí y para ti. Confía en tu instinto.
Escucha a los profetas. Pero filtra. Toma poco y haz más. Enfócate en lo que realmente importa: el problema que decidiste abordar con tu startup. Esa razón de ser que te hace dedicarle tu tiempo, tu capital y tu energía emocional.
Recuerda que esta es tu película. Tú eres el actor central. No te limites a copiar guiones de otros. Escribe el tuyo.
Un recordatorio final
El camino emprendedor es solitario y complejo. Estarás rodeado de consejos bienintencionados, historias fascinantes y reglas que parecen inamovibles. Pero al final, lo único que realmente importa es tu capacidad de adaptarte, aprender y confiar en ti mismo para seguir adelante.
Haz menos ruido externo y más escucha interna. Mantente atento a lo que ocurre a tu alrededor, experimenta con tus ideas y avanza con confianza. La suerte puede que no siempre esté de tu lado, pero al menos sabrás que las decisiones fueron tuyas.
Después de todo, esta es tu historia. Escríbela como quieras, pero vívela con autenticidad.