Serendipia y la Falacia de Planificar
Dejar espacio para lo inesperado: cómo construir en movimiento con flexibilidad e intención para encontrar oportunidades ocultas.
“La inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando” – Pablo Picasso.
Me encanta esta frase. Y es clave recordar quién la dijo: alguien que definitivamente no carecía de creatividad ni inspiración. Si incluso Picasso entendía que lo esencial es ponerse en acción, ¿por qué nosotros tendríamos que esperar a tenerlo todo planeado?
En el mundo de las startups, especialmente en las primeras etapas, el exceso de planificación puede ser más un lastre que una herramienta útil. Claro, planificar puede ser un excelente ejercicio para disparar ideas, pero debe hacerse con ligereza. El objetivo no es diseñar un plan rígido y detallado, sino abrir caminos posibles, sin caer en la ilusión de que existe un "plan perfecto".
¿Por qué planificar puede ser una falacia?
Un plan "sólido" necesita al menos tres ingredientes clave:
Un estado actual claro, no solo de la startup (esto es lo fácil), sino también del contexto: clientes, competidores —los conocidos y los que aún no detectamos—, tendencias del mercado, etc.
Un estado futuro deseado, una visión de hacia dónde queremos llevar el negocio.
La capacidad de predecir cómo nuestras decisiones impactarán ese camino y cómo reaccionará el entorno.
Esto podría funcionar en entornos controlados, como una partida de ajedrez, donde las reglas son claras y las opciones finitas. Pero una startup opera en un ecosistema caótico, lleno de incertidumbre y con datos incompletos. En este contexto, planificar con precisión pierde sentido. Lo que realmente importa es la experimentación consciente, la flexibilidad y la capacidad de adaptarse rápido.
El mapa no es el territorio
Aquí es donde veo un paralelismo con la meditación. En este mundo, existen mapas de progreso que describen en qué etapa se encuentra un practicante y hacia dónde podría dirigirse. Personalmente, he leído poco sobre estos mapas porque, como muchos maestros advierten, el riesgo de confundir el mapa con el territorio es enorme. Lo mismo sucede con una startup: confundimos el plan con la realidad.
En la naturaleza, la evolución no ocurre con planes maestros, sino con pequeños ajustes constantes. La biología nos da una lección poderosa: funciona con información directa del entorno inmediato, haciendo ajustes robustos y efectivos. Las startups enfrentan un desafío similar: nunca tendrán la información perfecta para un plan detallado, ni tiempo o recursos infinitos. Su tarea es generar hipótesis razonables y probarlas rápido.
Las startups no se construyen en un pizarrón, sino en la vida real, donde abundan el ruido, las inconsistencias y las sorpresas. La clave no está en buscar precisión absoluta, sino en tomar decisiones direccionalmente correctas, confiando en la adaptabilidad más que en la certeza.
Serendipia: el arte de lo inesperado
Y aquí entra la serendipia: esos descubrimientos inesperados que solo surgen cuando dejamos espacio para lo imprevisible. No es magia ni "ley de atracción". Es una estrategia práctica para quienes entienden la vida como una aventura de exploración.
Cuando el resultado nos sorprende, en lugar de verlo como un error o una frustración, lo asumimos como una oportunidad para aprender y pivotar. La serendipia requiere fluir, aceptar lo que venga con humildad e inteligencia para conectar puntos que otros no ven.
Mi invitación
Así que, emprendedores, aquí va mi sugerencia: exploren más y planifiquen menos. Por supuesto, hay excepciones: las decisiones irreversibles o muy costosas merecen análisis más profundo. Pero la gran mayoría de las decisiones del día a día —ya sea en nuestras startups o en la vida personal— son reversibles.
Dejen espacio para lo inesperado y permitan que la creatividad y la acción sean sus verdaderos aliados.